Celia en la Revolución (Ed. Renacimiento), de Elena Fortún, ha sido una de las sensaciones de este año.
Me costó relativamente hacerme con él. Que las sucesivas reimpresiones se agoten casi inmediatamente es un buen indicio. Y, en este sentido, el libro no defrauda.
Celia en la Revolución es una novela juvenil para adultos. Es impactante, realista y triste, escrita a modo de diario. La protagonista - Celia - ya adolescente, nos va desgranando aventuras, aspiraciones e indignidades en medio de la Guerra Civil española, con una conmovedora ingenuidad que nunca pierde del todo.
Celia en la Revolución destila decepción, pero también esperanza. Decepción por esta manera de ser de los españoles. Y esperanza por un constante deseo de vivir mejor, y por la constatación de que - además de miserables - también quedaba mucha gente honrada.
Todo esto asoma en pequeños detalles de decencia, como el de un pobre hombre que sigue vistiendo con una tela de saco harapienta, porque le da "una cosa..." eso de despojar de su ropa a los cadáveres fusilados de Madrid. O el de las familias que comparten - una vez unos, otra vez otros - la comida que consiguen de casualidad.
Como decimos, el relato de Celia sobre la contienda - sobre todo en Madrid - es duro, y ahonda en los detalles como solo puede alguien que los vivió. En este sentido, algunas anécdotas resultarán familiares a los lectores de otra obra interesante: Una historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie, de Juan Eslava Galán.
Elena Fortún sabe contar todas estas cosas muy bien y construye un relato muy ameno, con ingenuidad, con horror y con esperanza.
Celia en la Revolución deja una sensación amarga, sobre lo que fuimos y lo que somos. Es un buen libro que conviene leer.